20 hs de escala en México ✈️
Acababa de empezar un viernes más de nuestra vida laboral de oficina cuando llego al trabajo y me entero de una oferta para viajar a Tokyo. Inmediatamente reenvié el link y lo llamé a Bruno.
-Amor, ¿¡nos vamos a Japón!? -¿¡Queeeé!? -Si, hay una re oferta! ¡Vayamos!
Esa conversación fue en la mañana de un viernes cualquiera de marzo. Al mediodía ya los dos habíamos comprado el pasaje para irnos al año siguiente,nada más ni nada menos que, a Japón.
Viajar barato tiene sus vueltas. Si estas apurado en llegar, dudo mucho que haya alguna oferta que te emocione. Pero si dsfrutas tanto el camino como el destino, probablemente si puedas aprovecharlas.
Los vuelos de Aeroméxico, tanto de ida como de vuelta, tenían una escala de más o menos 20 hrs en la Ciudad de México, destino que ninguno de los dos conocía.
Luego de leer muchos blogs con opiniones desalentadoras sobre qué hacer en una escala tan larga en la CDMX decidimos no darle bola a ninguno, seguir nuestro instinto y reservar una excursión a las ruinas de Theotihuacán con una agencia de turismo local.
No somos de esos que van con excursiones, no nos gusta. Preferimos descubrir y vivir por nuestra cuenta pero como en esta oportunidad yendo por nuestros propios medios no íbamos a llegar a tiempo para poder hacerlo, decidimos estar abiertos a la experiencia.
Contratamos el servicio desde Buenos Aires, explicándoles que llegábamos a las 8 de la mañana y debíamos estar mas o menos a las 20 hrs en el aeropuerto para volver a hacer el check in, calculándo un par dehoras extras para estar tranquilos.
Nos recogieron puntualmente en el aeropuerto a la hora de llegada, tuvimos un City Tour por el centro de la Ciudad de México, conocimos sus barrios, sus historias, sus próceres y los rincones tan hermosos que tiene.
Sorpresivamente visitamos la Basílica de Santa María de Guadalupe un domingo en plena ceremonia. Era la semana anterior a la llegada del Papa Francisco y tanto la ciudad como la iglesia se estaban poniendo más hermosas que nunca para esta visita.
Creyentes en plena peregrinación de rodillas hacia la Basílica
Nosotros no somos creyentes, ni seguidores de la iglesia católica pero estar ahí, ver la emoción, la devoción, el sacrificio y la fascinación de ellos por su Santa Virgen y por su Dios, te eriza la piel. Empatizás, entendés, respetás... Eso es lo hermoso de viajar.
La basílica es, además de el Vaticano, una de las más visitadas del mundo y cada domingo se llena de seguidores de todas partes del país y del mundo.
De allí y luego de más o menos una hora de viaje saliendo de la ciudad, llegamos a Las ruinas de Teotihuacán. Hoy es una zona arqueológica declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y a pesar de que llevan casi 100 años de investigación sobre el terreno (más de 200 hectáreas ), se conoce poco más del 5% de toda su extensión.
La ciudad de Teotihuacán fue habitada por más de 150 mil personas entre los años 100 aC y 650 dC. formando una de las más grandes metrópolis del mundo de esa época. Tenía edificios públicos, administrativos y barrios residenciales. Formaron parte de ella distintos grupos de las regiones Maya, de Oaxaca y de la Costa del Golfo pero cerca del siglo XIV cuando los aztecas llegaron, ya encontraron las ruinas de una ciudad devastada por el fuego y abandonada a la que llamaron Teotihuacán. Los motivos de su colapso aún no sido descubiertos, como tampoco su nombre original.
Teníamos todo el día para sumergirnos en esta Maravilla del Mundo Antiguo. Nos pasamos largo rato charlando con el guía conociendo las tradiciones y formas de vida. Caminamos por toda la Ciudadela y subimos las Pirámides del Sol y la Luna. Bueno, en verdad Bruno solo subió a la del Sol porque yo tengo vértigo a las alturas y no me animé... :/ Lo esperé abajo, descansando a la sombrita de una pared de pierda construida andá saber por quién entre los Siglos III y VII dC.
Hubo un stop para almorzar, tomar tequila y comprar esas chucherías que te hacen comprar cuando vas de excursión. Y ya cayendo la tarde, volvimos a la combi que nos llevaría de vuelta al aeropuerto.
El guía era una de esas personas que a simple vista sabes que son especiales. Tanta sabiduría, tanta experiencia... Escuchamos como dos nenes cada historia, cada anécdota, cada rincón de conocimiento, cada gesto de emoción en el relato de una civilización que lo fascinaba. Nos contó de sus viajes por el mundo y de su experiencia de haber vivido en Buenos Aires cuando trabajaba para PanAmerican.
"Los felicito por salir a conocer el mundo" nos dijo cuando nos dejaron en el aeropuerto para para empezar una aventura que, sin saberlo, ya había empezado. Nos miramos los 3 con la complicidad de saber de lo que hablábamos, le agradecimos, sonreímos y nos fuimos a hacer el check in.
Y como en la vida misma, podes quejarte y patalear por 20 engorrosas horas de escala o podes encontrarle la vuelta y vivir un día que no te vas a olvidar más.
Todo estaba bien, había sido un día hermoso y esto recién arrancaba...