Otaru, la Venecia de Japón

Todo empezó gracias a una charla que tuvimos la noche anterior con un coreano que se hospedaba en el mismo hostel que nosotros, Wagayado-Hale, en Sapporo. Él nos conto que ese día habia ido a Otaru, un pequeño pueblo costero muy pintoresco y agradable que quedaba a una hora de tren.

Como no habíamos planeado mucho (practicamente nada) nuestra estadía en Sapporo decidimos probar suerte e ir al día siguiente. Así fue que, en cuanto nos despertamos, encaramos hacia la estación y tomamos el siguiente tren de la Hakodate Line con destino a Otaru.

Con lo que no contábamos era con que el día no nos iba a acompañar demasiado. Cuando llegamos, luego de un viaje muy lindo por toda la costa, estaba empezando a nevar. Como dice el dicho, "Al mal tiempo buena cara", asi que fuimos a disfrutar del día y de la ciudad repleta de nieve.

Habiamos leído un poco sobre Otaru antes de llegar y se decía mucho sobre el canal que atravesaba el pueblo. Incluso nos llegaron a decir que era "La Venecia de Japon". No nos pareció semejante comparación. Otaru es más bien un pueblo portuario, tuvo su esplendor en los primeros años del siglo XX cuando era el puerto principal para la llegada y salida de productos desde Hokkaido al resto de Japón. Mantuvo, luego de la creación de Sapporo su estilo colonial, con una influencia europea en la arquitectura que le da hoy una nostalgia y encanto a un pueblo que mantiene su estilo a pesar de los años.

Caminando por el borde del canal y distribuidos por toda la ciudad, había dispensadores de bolsas de arena que te invitaban a esparcir por el piso a medida que caminabas, para facilitarte el paso y evitar que te resbalaras en el piso que estaba completamente congelado.

Al llegar al puerto, encontramos varios edificios donde se concentraban restaurantes de sushi con vista al mar, que si bien nos tentaron mucho los dejamos atrás para adentrarnos de nuevo en el pueblo.

Caminamos al azar por la ciudad entre el puerto y la estación, la conocimos a nuestra manera, nos dejamos perder. Paseamos por calles residenciales casi vacías, que a cada esquina escondían diferentes cosas que nos asombraban, cosas que seguramente rozaba la rutina para un japonés, pero para nosotros todo era nuevo y diferente.

Así, gracias a las casualidades, encontramos una calle coronada con un portal, que desembocaba en una ladera en subida, de donde se asomaban unos escalones por debajo de la nieve que nos invitaba a subir para ver qué había allí arriba.

¡Y qué sorpresa nos llevamos cuando llegamos arriba! En la cima de la ladera encontramos un precioso y pequeño templo con un parque completamente nevado y una vista panorámica a todo el pueblo y al puerto con el mar de fondo que nos dejó boquiabiertos.

En un ataque de niñez contenida y tentados por tanta nevada, armamos junto al templo un hombre de nieve al que llamamos "Robertito" o "Tito", para los amigos. Tito recibió elogios y risas de varios japoneses que pasaban por ahí y uno de ellos se sacó una foto con él!

Incluso, probamos la ladera con culipatín y resultó todo un éxito.

Entre eso y tanta caminata, ya nos estaba empezando a dar hambre. Además, con el frío que teníamos por estar empapados jugando en la nieve mientras nevaba, un poco de refugio era necesario.

Tras un poco de negociación culinaria de pareja, decidimos almorzar en uno de los restaurantes de sushi que habíamos cruzado antes cerca del puerto. Al llegar nos dieron una mesa con vista al mar y una estufa al lado nuestro para que entremos en calor. De comida, pedimos una tabla de varias piezas de sushi y unos langostinos fritos que estaban increíblemente sabrosos.

¿Y cómo describir ese sushi? Ya habíamos probado sushi en Tokyo y en Kyoto, que habían sido exquisitos. Pero aun así, con la vara puesta tan alta, el sushi que comimos esa tarde viendo el puerto de Otaru fue un manjar y claramente diferente a todo lo que ya habiamos probado.

Yo lo atribui a la cercanía con el puerto y lo fresco que debían ser los pescados, mientras que Mer se lo atribuyo al hambre que tenía. :)

Y ya que estoy en tema, aclaro varios puntos sobre el sushi en Japón:

• Normalmente se pide pieza por pieza o tablas que traen un solo ejemplar de cada una.
• Hay mucha variedad de cortes, por lo general un menú tiene 10 o más pescados distintos: Los clásicos de salmón o langostino y algunos más especiales como anguila, erizo de mar o pulpo.
• El roll no existe allá. Siempre preparan nigiri ( un rectangulo de arroz con una lamina de pescado encima 🍣 )
• El wasabi ya viene dentro de cada pieza, entre el pescado y el arroz. No hace falta agregarlo a la salsa de soja y si querés sin wasabi, hay que pedirlo expresamente.

Calentitos y con la panza llena, dimos unas vueltas más, pero con el clima cada vez peor y ya casi sin sol, decidimos empezar la vuelta.

Otaru, por lo menos ese día, no fue la belleza que esperábamos ni "La Venecia de Japón" ni de casualidad, pero pasamos una tarde muy diferente y divertida que superó nuestras expectativas y nuestra decepción inicial.

Tanto así, que nos quedó un recuerdo muy hermoso de la ciudad y al final, una vez más, tenemos que darle la razón a los japoneses. Otaru encanta por el cariño y la nostalgia de un pueblo quedado en el tiempo.

Al volver a Tokyo, nos encontramos con un amigo japonés que no veía hacía años y al comentarle que habíamos ido de casualidad a pasear a un pequeño pueblito costero llamado Otaru, el se sorprendió y nos dijo: "Otaru es conocido en todo Japón por su sushi, es uno de los mejores de todo el país!"

Claro, entendimos todo.

Aguante Japón!

De Yapa, al volver al hostel, que recomendamos definitivamente en la ciudad, descubrimos que allí había nevado impresionante también y los chicos del hostel decidieron armar un iglú en la puerta. ¡Más feliz que perro con dos colas!

#ViajeTerrenal